lunes, 11 de mayo de 2015

MUSEO ARQUEOLÓGICO RUMIPAMBA












Un espacio ancestral que data del año 1500 a.C. al 1500 d.C. se muestra en medio del Parque Ecológico Rumipamba. Este complejo se ubica al oeste de la capital del Ecuador, Quito, exactamente en la avenida Occidental y Mariana de Jesús.
 En este Museo Arqueológico y Natural se registran las evidencias de la cultura Quitu, y de otros asentamientos más antiguos de la historia aborigen del Ecuador que habitaron Rumipamba de manera discontinua a lo largo de la historia.
 Rumipamba, palabra kichwa, significa pampa o ‘planicie de la piedra’, es un museo “in situ” cuyos vestigios corresponden a diversos periodos arqueológicos, entre los que están restos del periodo denominado Formativo Tardío, desde 1500 a.C. al 500 a.C., y del periodo posterior llamado “Desarrollo Regional”, desde el 500 a.C. al 500 d.C., caracterizado por la presencia de tumbas y asociado a fragmentos de platos trípodes perforados y variedad de cerámicas encontradas en el sitio.
 Además existe evidencia del período de Integración, desde el 500 d.C. a 1500 d.C., que está compuesta por restos de aldeas y viviendas construidas en barro y techumbre de paja, las mismas que se construyeron rodeadas por muros de piedra. De este período hay también evidencia de tumbas poco profundas, ubicadas muy cerca de las estructuras habitacionales antes mencionadas. Estas estructuras funerarias constan de ajuares cerámicos que nos dan indicios de sus costumbres rituales relacionadas con la muerte.
Hay también indicios de que habitantes de la cultura Yumbo cavaron senderos para protegerse de la inclemencia del clima mientras cruzaban los andes en su descenso a  la costa o tierras bajas. Finalmente, del último periodo precolonial se pueden apreciar paredes incas.
Arqueólogos aún estudian in situ los vestigios
Seguramente, la ocupación de este lugar no fue continua, aseguran los investigadores. Debió haberse interrumpido por las erupciones volcánicas del Pululahua y del cercano Pichincha (especialmente la registrada en 1660 y 1662). Cabe recordar que la erupción de 1859, arrojó grandes piedras y provocó grandes lahares. Estos y otros datos aún están en investigación. Las excavaciones arqueológicas están en progreso y el visitante puede observar cómo se realiza el trabajo de campo del investigador.
El Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamaba cubre un área de 32 hectáreas donde se ha encontrado, a partir del año 2001, gran cantidad de evidencias arqueológicas anteriores a la conquista española, especialmente de carácter arquitectónico.
El espacio arqueológico se encuentra atravesado por la quebrada del mismo nombre que se origina en los flancos occidentales del volcán Pichincha. En medio de este exuberante paisaje podemos visitar y observar los sitios de excavación y restauración de la cerámica, uno de los elementos que más abunda en el sitio.
Historia del Museo
Fue en 1990, cuando en el lugar estaba previsto construir un gran conjunto habitacional. La inmobiliaria empezó la obra, pero mientras levantaban las edificaciones un obrero descubrió restos humanos en una vasija y avisó al arqueólogo Alfredo Santamaría, que era amigo suyo. Él dio aviso al Municipio y se paralizó la edificación hasta realizar los estudios respectivos.
Tras una excavación dieron con un gran hallazgo: osamentas, vasijas, grandes muros y hasta los restos de viviendas. Así se declaró al lugar como un espacio patrimonial, el cual se puede visitar demiércoles  a domingo desde las 08:30 a 16:30. La entrada es gratuita.
Visita Rumipamba
El recorrido dura alrededor de 90 minutos. En ese tiempo, los visitantes viven la experiencia de descubrir el patrimonio en una de las excavaciones, con ‘El arqueoloco’,  un personaje que simula el trabajo del arqueólogo y lo transforman en una tarea divertida. El acto se inicia con una invitación para que los turistas desciendan a la profundidad y busquen entre la tierra. Ellos usan pequeñas palas, bailejos y brochas. No les importa ensuciarse. Se hincan o se sientan y empiezan a cavar.
Si tienen suerte, encuentran trozos muy pequeños de vasijas que fueron escondidos por los mediadores. El hallazgo causa sorpresa entre los asistentes, quienes pueden llevarse a su casa lo que encontraron. “Esta es una forma que se ha ideado para que los visitantes custodien y se apropien del patrimonio de Quito. Así se genera conciencia de lo que tenemos”, explica Bernarda Ycaza, coordinadora del parque.









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